El viernes después del trabajo, aunque llovía y el cielo se había puesto de
un gris oscuro temeroso, me fui al Shopping a hacer la compra de la semana.
Estando aun en el parking, me pregunte si no era mejor ir a casa y posponer
las compras hasta el sábado porque parecía que los cielos se habían abierto y
estaba desabrigada…
Al entrar al Shopping todo de repente cobro otro sentido. Me engancho la
alegría de la música funcional que estaban poniendo, el contraste de la luz
interior me arranco una sonrisa y la calefacción hizo que me sintiera
confortable en mi ropa de verano…
De inmediato me olvide de la tormenta.
Mientras caminaba, escuche a un niño llorar. Su llanto no era de capricho,
ni de rabieta… era más bien un llanto ahogado, acongojado y muy sentido.
Se trataba de un niño de unos 5 años de edad, que caminaba acelerado al
lado de su mama. Al llegar mas o menos a la altura donde yo me encontraba,
escuche al niño decirle entre sollozos a su mami: “es que para mi esos
transformers lo son todo, lo son todo mama”.
La mama, lo miro con amor, cruzo una mirada cómplice conmigo y con mucha
dulzura se estiro hasta llegar a su carita. Le dijo: Hijo, se que esos
transformers son importantes para vos, y tal vez no puedas entenderme hoy, pero
créeme, ellos no lo son todo, esto también pasara…
A mi me dieron ganas de llorar de emoción. Yo podía ver su angustia. Podía
sentir su dolor. Su mama, sentía una irremediable compasión y a la vez, la
certeza de que podía protegerlo esta vez, en el futuro, tal vez a el le tocara
estar solo, y debía saber como combatirse…
Al instante recordé todas esas situaciones de mi vida en las que creí y sentí
que ya no podía más. Ya no podía dar más. Ya no podía aguantar más… Momentos en
los que me sentí sola en el mundo, momentos en los que la ayuda de los demás no
era nada para mi, simplemente porque el miedo o la angustia lo abarcaban todo.
Eso, fuera lo que fuera en cada momento, “lo era todo” para mi.
Cuantas veces hemos pasado por momentos angustiantes, que creímos
irreversibles, imposibles, asfixiantes… sin embargo…Miramos atrás y vemos como
ese niño que fuimos ha superado cada circunstancia con valentía…aun sin saber
de donde sacamos las fuerzas!
Que diferente seria la vida si pudiéramos vivirla con la convicción de que
las situaciones tristes, agotadoras o estresantes pasan, siempre pasan.
A todos los que se anestesian para escapar de los miedos, me gustaría
decirles: Tal vez no puedas entenderme hoy, pero créeme, esta situación también
pasará…
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